Volvamos a lo básico
O a la convergencia, eso me pedían los sucesos. Todo lo que aprendo lo aplico ipsofacto si me lo enseña el profesor por pesimista que la visión sea.
(Inciso: ahora que estoy escribiendo esto, me doy cuenta de que la mayoría de veces sigo una estructura al escribir muy similar, siendo al principio cada frase el doble de larga que la anterior. Curioso)
Pero sorprendentemente mi mejor influencia acaba relacionada con los latidos de mi hemisferio derecho, aunque ya no debería.
Creo que no puedo dejar de escuchar Arctic Monkeys porque mis canciones preferidas describen ampliamente lo que pienso. Y ya no te hablo de un café al comenzar lo que nosotros llamamos "la mañana" (que no deja de ser las 15.00) Ni te hablo de la ciudad de los tejados rojos.
La tercera vez que me atrae algo es un lugar, dónde me sentía mal al darle la espalda, al dejarlo atrás y echar a caminar. Volver a saber que todo el tiempo del mundo no es suficiente, y tropezarte al caminar hacia atrás por no poder dejar de verla. Es la primera vez que siento eso y no es por una persona y, el río vuelve a fluir.
Pero el cruce de miradas esta vez no dijo nada, aunque la intuición femenina se me clava como dagas en la espalda. Intento de imaginación aplicada (fracaso). Ni empezar por el principio ni ir acabando, ni saborear el cálido tacto de tu edredón blanco por la mañana. Al martillo ni el clavo aguanta, y ahora puedes colgar arte de mi cabeza. Con crecer tendremos bastante, pero busco aquel quehacer de durante.
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