¿Qué oficio es ser poeta?
No, me niego a dejar de pensar, imaginar, a que alguien me diga que no puedo crear. Y aquí os dejo algo: Todo lo que creo controlar es caos, y el caos que véis le tengo controlado. Cómo explicar, si no, estos textos desordenados.
Parece que vivo a base de pareados y no me extraña, la cabeza no me da para rimas más largas. Y menos a estas horas, que lo leeréis en otro momento pero son casi las cuatro de la mañana, y aquí sigo, abrazando mi almohada.
A veces no sé ni lo que expreso, desconozco cómo leéis sin acabar por los suelos. Por primera vez me puede el sueño. Por primera vez, mañana continúo esto.
...
(Creo que han pasado como 4 días)
...
Me parece increíble la percepción del tiempo humana. La de cosas que pueden pasar en una noche, despues de semanas monótonas. Lo que engañan las sensaciones. Consiguen lo que sólo intentan las palabras.
Siempre hablo de amaneceres, por ser un dato que recordar cuando todo lo demás ha pasado. Pero nunca os hablé del retiro, de los patos y de mis pantalones mojados. Ni de las estrellas de madrugada. No sé ni cómo di abasto en el mercado, ni cómo regresé a lo que fué mi casa para despedirme de parte de mi de nuevo.
Aunque os parezca que no, hoy no estoy aquí para eso. Hoy.
Esta noche podría hablar de las azoteas de Madrid. También de las de mi ciudad, Alcalá. Ojalá pudiera enseñar y no escribir; pero es algo que queda reservado para mí.
No, mejores son las largas conversaciones inteligibles. Ya sabéis de lo que hablo.
Quememos cosas.
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