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jueves, 19 de octubre de 2017

A punto de acabar lo que no me quieres decir

Tan dulce como un albariño y el francés en mi oído. Tan áspero como el mango de su paraguas. O de su abrigo.
Como sigas acariciandome el cuello me volveré loco.
Las líneas blancas avanzan muy rápido. No se puede romper un coche ya siniestro.
A veces se empañan los cristales y a veces las copas, y nunca somos nosotros. Sólo revivo una y otra vez, en distintos momentos. Distintas historias. No paro de pensar y eso me despierta cuando sueño, aunque debería dormir. Km. Nubes por el cielo y juegos infantiles, llevaba tiempo sin jugar al escondite, pero al final conseguí verme en mi espejo. No sólo en los libros están las bestias.

Alma.

Picos y carreras, y nuevas curvas.
Marcas.
Descubrimos que nada es lo que parece ser. Que al fin la enfermedad sirve para algo. Que nos queda mucho por aprender. Que admirarás el trabajo de colores que te enseñaré. Que aprenderé lo que debí ser.
O no
Ya lo gritaremos.

Curioso que sea el hijo de Dédalo quien elogie la arquitectura fría de Madrid.

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